Plásticos de un solo uso: la lucha de los restaurantes ante la ley de la desplastificación

Con la Ley 2232 de 2022, los restaurantes enfrentaron una problemática en cuanto a la disponibilidad de las alternativas a los plásticos de un solo uso y los sobrecostos. ¿Qué dicen los restaurantes?

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Desde la aprobación de la Ley 2232 de 2022, todas las industrias debieron ajustar su operación para poder responder a estas nuevas exigencias. Por supuesto, la industria Horeca no fue la excepción. Sin embargo, más allá de los cambios operacionales, el sector enfrentó nuevas problemáticas. ¿Qué dicen los restaurantes sobre la escasez de alternativas a los plásticos de un solo uso y los sobrecostos?

Los plásticos de un solo uso y la Ley 2232 de 2022

El 7 de julio de 2022, el Congreso de la República aprobó la ley mediante la cual “se establecen medidas orientadas a la reducción de la producción y el consumo de plásticos de un solo uso en el territorio nacional, se dictan disposiciones que permitan su sustitución gradual por alternativas sostenibles y su cierre de ciclos, y se establecen medidas complementarias”. La ley busca “resguardar los derechos fundamentales a la vida, la salud y el goce de un ambiente sano”. (Ley 2232, 2022).

De esta manera, se dio inicio a una iniciativa de desplastificación gradual. Esta incluyó la comercialización y distribución de productos de plástico. Es el caso de bolsas, envases, empaques o recipientes para domicilios, platos, bandejas y mezcladores, entre otros.

¿Cuál son los plásticos de un solo uso?

Según la Ley 2233, los plásticos de un solo uso se refieren a aquellos productos que no fueron creados para realizar múltiples circuitos de uso. También aquellos que tienen un tiempo de vida útil muy corto. La misma ley estableció plazos para la entrada en vigencia de la prohibición según el producto.

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La Ley 2232 de 2022 busca “resguardar los derechos fundamentales a la vida, la salud y el goce de un ambiente sano”.

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La crisis en la industria de los restaurantes

Cuando se aprobó esta la ley, la transición a alternativas a los plásticos de una solo uso estaba pensada para ser a plazos. Sin embargo, tras la pandemia, los fabricantes de empaques y envases empezaron a vivir una escasez de producto.

¿Qué pasó entonces? Para los restaurantes se convirtió en una búsqueda casi imposible de proveedores que pudieran suplir esta nueva necesidad.

Adicional a la escasa oferta nacional, se sumaron los sobrecostos que estas alternativas representaron para los restaurantes.

Sin embargo, la demanda seguía siendo insuficiente. Como consecuencia se presentó una escasez de producto que llevó a los restaurantes a buscar importadores de materias primas. Así, a los sobrecostos se sumó el valor de la importación, que no hizo más sino complicar la situación para el sector.

Consultamos a Diana Delgado, gerente general de Crepes & Waffles Cartagena y Santa Marta, sobre la normatividad y cómo lo ha enfrentado el sector.

¿Cuáles son las exigencias que el ministerio le ha hecho a los restaurantes?

Según la gerente, a nivel nacional, la Resolución 1407 de 2018 ya les estaba exigiendo cumplir una meta de recuperación de los materiales generados por las industrias. El objetivo era llegar, a 2023, a un porcentaje de recuperación del 30% en un plan colectivo.

Frente al tema regional, Diana recalca el caso puntual de la ciudad de Santa Marta. “La Resolución 1017 de 2018 aplica el principio de rigor subsidiario y es más exigente que la norma nacional” afirma.

¿Cómo ha respondido la producción nacional frente a la nueva demanda?

Delgado nos cuenta que la producción nacional de alternativas a los plásticos de un solo uso está atada a la disponibilidad en el mercado de materiales que cumplan con el estándar y las características exigidas por la norma. Como consecuencia, el productor nacional no tiene muchas opciones disponibles y desarrolladas.

En el caso de los empaques y envases para contacto con alimentos, se suma el tema de inocuidad. Un punto es determinante a la hora de encontrar los productos adecuados. “Muchos de estos materiales tienen que estar verificados y certificados para poder tener contacto con alimentos, lo que hace más específica la búsqueda” añade.

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“El gremio de los restaurantes, y eso sí va muy alienado a cada empresa, es consciente de la importancia del factor medioambiental en el desarrollo de la actividad económica”, Diana Delgado, gerente general Crepes & Waffle Cartagena y Santa Marta. 

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Aun cuando la normatividad ha sido rigurosa, la gerente afirma que en el caso regional, entidades como DADSA (Departamento Administrativo Distrital de Sostenibilidad Ambiental), en Santa Marta, han sido más flexibles con los tiempos. Esto debido a la poca oferta presentada en el mercado. Asimismo, desde la institución ha habido un acompañamiento para encontrar alternativas y que los restaurantes puedan migrar a materiales más amigables.

Sin embargo, Delgado hace una salvedad frente a la oferta de alternativas a los plásticos de un solo uso. “Existen materiales utilizados que, aunque se muestren como amigables, presentan recubrimientos plásticos mínimos que imposibilitan la opción de uso”. Como consecuencia, la búsqueda de proveedores se hace aún más difícil.

Los retos para el sector y los dueños de restaurantes

Delgado afirma que uno de los principales retos ha sido entender la normatividad desde la responsabilidad social y el impacto como actores clave de la industria.

“El gremio de los restaurantes, y eso sí va muy alienado a cada empresa, es consciente de la importancia del factor medioambiental en el desarrollo de la actividad económica”. Para Crepes, puntualmente, este tema está ligado a la Empresa B. Esta es una calificación otorgada a empresas comprometidas con la responsabilidad socioambiental.

“El reto está en lograr un equilibrio entre la migración a empaques biodegradables que responden a este propósito ambiental, de uso exclusivo para alimentos, y que en términos financieros sean sostenibles a lo largo del tiempo”. Y continúa: “Aun así, hemos dado la batalla de asumir los costos pensando en un futuro medioambiental sostenible y que a través de estas acciones hagamos país”.

¿Qué pasa con los sobrecostos?

Si bien esta normatividad tiene un sentido ambiental inaplazable, para los restaurantes sigue representando un reto en términos de presupuesto. Según la gerente, el aumento de costos oscila entre el 50 y el 200%. En gran parte se debe a encontrar alternativas a los plásticos de un solo uso que no tengan ninguna clase de recubrimiento plástico y que estén hechos para contener alimentos.

También se suma el hecho de tener que importar productos. Esto dada la necesidad de suplir la demanda que la producción nacional no alcanza a cumplir.